Con la fecha marcada en el calendario, Windows 10 entra en su recta final de soporte para usuarios particulares. El sistema seguirá funcionando en los equipos actuales, pero dejará de recibir las actualizaciones de seguridad y corrección de errores que blindan el día a día frente a nuevas vulnerabilidades.
Esto supone un punto de inflexión: toca decidir entre migrar a Windows 11, acogerse a ESU o explorar alternativas. La clave es no dejarlo para más tarde; sin parches críticos, cualquier brecha puede pasar de ser un susto a un problema serio. Ojo, que aquí hay matices importantes por región y tipo de usuario.
Qué cambia con el fin del soporte
A partir del 14 de octubre de 2025, Microsoft cesa el soporte general de Windows 10: no habrá más parches de seguridad, ni arreglos de fallos, ni asistencia técnica en el canal de consumo. El sistema operativo seguirá arrancando, sí, pero cada mes que pase aumentará la exposición a malware, exploits y fallos de estabilidad frente a software reciente.
Windows 10 debutó en 2015 y, aunque ha sido un SO robusto, la evolución del hardware y de las amenazas deja obsoletos parte de sus cimientos. Por eso la compañía centra sus esfuerzos en Windows 11, con mejoras en protección, cifrado y gestión de memoria, además de cambios visuales y de productividad.
En entornos corporativos, Microsoft mantiene la vía de las Actualizaciones de Seguridad Extendidas (ESU), que también alcanzan al canal de consumo con condiciones concretas. Para los equipos domésticos, esta es la única forma oficial de seguir recibiendo parches tras el fin de soporte.

Seguir en Windows 10 con ESU: cómo funciona y quién puede acceder
ESU (Extended Security Updates) proporciona un año adicional de actualizaciones de seguridad para Windows 10 hasta el 13 de octubre de 2026. Importante: no añade funciones nuevas ni soporte técnico; solo parches críticos e importantes para mantener a raya las amenazas.
En el Espacio Económico Europeo (EEE), Microsoft habilita ESU de forma gratuita para consumidores, con una condición clave: iniciar sesión con una cuenta Microsoft al menos cada 60 días para verificar la pertenencia al programa. Si no se cumple, el equipo puede salir de ESU y habrá que reinscribirse.
Fuera del EEE, el acceso al ESU de consumo es de pago (alrededor de 30 dólares) o canjeable con Microsoft Rewards (para quien tenga puntos), y también exige vincular el dispositivo a una cuenta Microsoft. En todos los casos, se requiere Windows 10 versión 22H2 y estar al día en Windows Update.
Paso a paso para inscribirte desde Windows 10 (España y resto del EEE):
- Abre Configuración → Actualización y seguridad → Windows Update.
- Instala primero todas las actualizaciones pendientes de Windows 10 22H2 y reinicia si hace falta.
- En Windows Update, busca el aviso sobre el fin de soporte y pulsa “Inscribirse ahora” en ESU.
- Inicia sesión con tu cuenta Microsoft y completa la inscripción.
- Vuelve a Buscar actualizaciones y, para conservar el acceso, entra con tu MSA cada 60 días.

Actualizar a Windows 11: requisitos, límites y atajos (con cautela)
La vía recomendada a medio y largo plazo es dar el salto a Windows 11, siempre que el equipo cumpla los requisitos: TPM 2.0, arranque seguro, CPU compatible y otros criterios de hardware. Muchos PCs más antiguos se quedan fuera, lo que complica la transición sin renovar equipo.
Existen métodos para burlar los requisitos y herramientas que “adelgazan” la instalación (Tiny11, entre otras), pero Microsoft no las avala y pueden acarrear riesgos de estabilidad y seguridad. Si optas por ese camino, será bajo tu responsabilidad; la ruta oficial sigue siendo la más segura para mantener el soporte.
Si tu PC no cumple y no quieres comprar uno nuevo, recuerda que ESU prolonga la vida útil de Windows 10 un año más. Aun así, conviene planificar la migración con tiempo para evitar prisas de última hora y posibles incompatibilidades con aplicaciones clave.

Empresas y administraciones: riesgos, costes y estado de la migración
En el entorno corporativo aún quedan decenas de millones de dispositivos con Windows 10. Distintos análisis alertan de que mantenerlos sin soporte puede traducirse en sobrecostes relevantes por parches internos, incidencias y pérdida de productividad, además de la mayor exposición a malware, phishing o ransomware.
Algunos informes señalan que, aunque Windows 11 suma mejoras de seguridad e IA, su puesta en marcha requiere una planificación cuidadosa para evitar inestabilidad, reinicios y contratiempos durante la transición. Una migración apresurada puede impactar en la experiencia digital del empleado.
El consejo general para TI es claro: auditar el parque de dispositivos, segmentar por criticidad, validar compatibilidades de aplicaciones y ejecutar un despliegue por fases. Las extensiones de seguridad (como ESU) pueden ser un puente, pero no sustituyen a una estrategia de modernización.
Si no vas a Windows 11: alternativas viables
Para equipos que no pueden (o no quieren) migrar, Linux ofrece distribuciones ligeras y actuales como Ubuntu, Linux Mint, Fedora o variantes más contenidas (Lubuntu, Zorin OS Lite, AntiX, WattOS). Son opciones gratuitas que extienden la vida útil del hardware y reciben parches con regularidad.
Otra posibilidad es ChromeOS Flex, centrado en la nube y con actualizaciones automáticas. Es práctico para navegación, ofimática online y aulas, aunque fuera de línea es más limitado. En entornos empresariales, hay ediciones de Windows de ciclo largo (LTSC) con soporte extendido, pero requieren licencias y condiciones específicas. También hay casos en los que proveedores como Mozilla prolongan el soporte de Firefox en sistemas antiguos, algo a tener en cuenta.
Contexto de mercado: cuota y presión para decidir
Windows 10 aún mantiene una presencia notable en el parque instalado, mientras Windows 11 ya lidera el reparto en muchas métricas. La finalización del soporte empujará la balanza, pero el ritmo dependerá de la compatibilidad del hardware, el presupuesto y las prioridades de cada usuario u organización.
Para los particulares del EEE, aprovechar el año gratuito de ESU es un salvavidas inmediato. Para el resto, valorar el coste del ESU, la opción de Rewards o acelerar la migración puede marcar la diferencia entre seguir operando con tranquilidad o ir “a remolque” de los incidentes.
Mirando el panorama completo, el fin de soporte de Windows 10 es más que un trámite: obliga a revisar equipos, definir un plan y ejecutar la transición con cabeza. Tanto si decides estirar Windows 10 con ESU, dar el salto a Windows 11 o mirar a otros sistemas, lo importante es llegar a tiempo y mantener la seguridad bajo control.